Se dice popularmente que no debes
estudiar tanto, que no debes pasar los días en un salón de clases atendiendo a
un profesor, o en la biblioteca leyendo, o en tu casa escribiendo. Se dice que
se necesita hacer las cosas par aprender, y entre más veces las hagas es mejor,
aprendes más. Y es verdad.
Sin embargo, no estoy muy de acuerdo
cuando se plantea la educación y el estudio como un camino que tiene un inicio
y un final (sea cual sea). Estudiar te ayuda a ver y entender el cómo se hace,
o el cómo lo han hecho diferentes personas, para después encontrar tu estilo propio
o hacerlo a tu manera; porque si pasaras a la acción práctica sin estudiar, si
hicieras cualquier cosa sin estudiar antes podrías cometer el error de
simplemente reproducir lo que te dicen, hacer lo que has visto a otros hacer,
sin diferencias, sin innovación, sin darle tu perspectiva. Por eso es
importante.
No obstante,
también hay quienes estudian mucho y cuando salen a la práctica en el campo
rea,l lo hacen todo igual a cómo otros lo hicieron, a como lo hacen quienes les
enseñaron y eso impide la creatividad, genera temor de que si no lo haces como
dicen los libros te va a salir mal o te vas a equivocar. Y aunque hay una alta
probabilidad de que esto ocurra, no es algo negativo, equivocarse es parte del
proceso de aprendizaje, y es una variable importantísima que a menudo se nos
olvida.
En mi opinión
estudiar y ejercer tienen la misma importancia. No se debería hacer la una sin
la otra. No se puede pasar la vida estudiando pero tampoco se puede actuar sin
investigar. Y si estudias y luego actúas, ojalá sea para aportar nuevos
conceptos y variables a tu manera de hacer las cosas y no simplemente seguir el
libreto de las clases de manera automática. No llevar del salón al campo lo que
recibiste, sin procesarlo, juzgarlo y apropiarlo o modelarlo.
Y si ejerces y
luego estudias es para perfeccionar tu producción y/o rendimiento actual en
algún sentido, desprenderte de lo que vienes haciendo y perfeccionar. Siempre
buscar hacerlo mejor. Mucho mejor.